Ser completamente feliz es difícil. Parece que a diario "tenemos que esforzarnos" por lograrlo. Desde que nos levantamos luchamos, por vencer el cansancio y madrugar para encontrar aparcamiento. Ser simpáticos en el trabajo y a la vez, eficientes. Trabajar en equipo, conectar con la gente y terminar no muy cansados, lo justo para llegar a casa con buen ánimo, comer algo saludable tipo pescado al horno con verduras al vapor y disfrutar del solecito de la tarde haciendo deporte de intensidad al menos moderada. Al llegar, darte una buena ducha seguida de una cena ligera, arrullarte junto a tu pareja un rato y preparar la estrategia de tu vida para el día siguiente con una sonrisa en los labios. Qué asco. Y eso que no tengo perros ni hijos.
¿En qué momento entre tú y yo se supone que hay hueco para ser feliz? Dolce far niente. Carpe diem. ¿Dónde quedó todo eso? Cómo vamos a sentirnos felices si pasamos la mitad del día preocupados por rendir en el trabajo y la otra mitad, en la cama o en el deporte. HOY, TÓMATE UN RESPIRO DE LA VIDA. Te lo mereces por el hecho de haberte levantado esta mañana cuando sonó el despertador. Respira y recuerda, es preferible no hacer nada y ser feliz que hacer algo que no te gusta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario